Una serpiente comenzó a perseguir a una luciérnaga. Ésta huía rápida y con miedo, y la serpiente, al mismo tiempo, no se rendía. Huyó un día, dos días. La víctima, cansada de esquivar a la serpiente, le hizo varias preguntas:
¿soy comida para ti?
Y la serpiente le respondió: ¡no!;
¿te he hecho algún mal? -volvió a cuestionarle-, ¡
no!, respondió el reptil.
Entonces -concluyó la luciérnaga-, ¿por qué quieres acabar conmigo?
Y respondió la serpiente: ¡Porque no soporto verte brillar!”
Este fragmento ilustra perfectamente las razones del acoso escolar o del también denominado bullying. Incluso las cualidades positivas de un igual molestan o fastidian. Ya no se maltrata por tener tal o cual defecto, ahora la víctima puede ser cualquier escolar. El que tenga mejores notas, el que proceda de una clase social media-alta, o bien baja, o tan sólo por ser más afortunado físicamente que el resto de compañeros.
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yinon